Discurso de Albert Ramdin, secretario general de la OEA, durante la apertura de la 55 Asamblea General en Antigua y Barbuda
Me siento profundamente honrado de dirigirme a ustedes, Estados Miembros de la Organización de los Estados Americanos, como el 13º y primer Secretario General caribeño de la OEA y de participar en esta 55ª Sesión Ordinaria de la Asamblea General. Al convocarnos aquí, Antigua y Barbuda reafirma su compromiso nacional con los principios y objetivos de la OEA y nos recuerda el papel clave que cada Estado Miembro debe desempeñar para avanzar en nuestras metas comunes y prioridades compartidas.
Vivimos en tiempos impredecibles e inciertos. Observamos un debilitamiento del compromiso de décadas con la cooperación global basada en el derecho internacional y en una arquitectura internacional sustentada en normas. El contexto global, marcado por tensiones geopolíticas, volatilidades socioeconómicas y tecnologías en rápida evolución, demuestra lo desafiante y complejo del mundo en que vivimos hoy. La comunidad internacional enfrenta no solo conflictos violentos en distintas regiones, sino también profundos desafíos a la gobernanza democrática y el impacto, a veces imprevisto y preocupante, de tecnologías transformadoras.
La escalada de las recientes acciones militares en Oriente Medio y los conflictos en curso deben evitarse a toda costa. En un mundo con tantos desafíos profundamente arraigados, el mantenimiento de la paz y la seguridad es fundamental. Hacemos un llamado a la desescalada y la contención, ya que las partes deben recurrir a medios diplomáticos y pacíficos para resolver este conflicto.
El respeto y la adhesión a los principios democráticos, al estado de derecho y a los derechos humanos, acompañados de políticas financieras y económicas sólidas, deben demostrarse para construir una sociedad justa y equitativa, pacífica, próspera e inclusiva para todos. Para tener éxito, es esencial un enfoque holístico y de “toda la sociedad”. La OEA, como institución en esta nueva etapa, está preparada para trabajar con los gobiernos, las instituciones interamericanas, la sociedad civil y el sector privado para crear un hemisferio democrático, próspero y seguro.
La OEA debe convertirse en un espacio de confianza al que los países acudan no para ser juzgados o sancionados, sino para entablar un diálogo abierto y franco, colaborar de manera significativa, comprender mutuamente diferentes puntos de vista y, en última instancia, encontrar soluciones y avanzar como una comunidad más fuerte y unida. Trabajaremos para ampliar nuestro papel en la mediación y el diálogo, promoviendo espacios donde puedan escucharse perspectivas distintas y alcanzarse resoluciones pacíficas. Para hacer realidad esa visión, debemos estar en la misma sala, sentados en la misma mesa. Si no hay diálogo, ni otras formas de interacción y compromiso diplomático, no tendremos éxito.
La crisis de Haití exige una respuesta holística e integral. Estamos trabajando arduamente con el equipo para desarrollar una hoja de ruta secuencial y multidimensional, estructurada en segmentos y componentes críticos: seguridad en sus distintas manifestaciones, asistencia humanitaria, construcción de consensos políticos hacia una futura agenda política y económica, realización de elecciones e intensificación de los esfuerzos de desarrollo económico. Estos son los cinco pilares de esta hoja de ruta que desarrollaremos. El objetivo final es facilitar, bajo liderazgo haitiano, la estabilidad a largo plazo y una gobernanza efectiva. El camino de Haití hacia el futuro depende de la renovación política, la mitigación de la inseguridad y la estabilización económica.
En el corazón de esta hoja de ruta están la coordinación y el financiamiento. Dentro de su mandato y de las disposiciones de la Carta, la OEA, junto con socios regionales y globales, está preparada para desempeñar un papel constructivo facilitando la coordinación necesaria.
Estamos lanzando una renovada alianza con el sector privado en todo el continente americano. Esta alianza se basa en el reconocimiento de que la defensa de la democracia comienza con el reconocimiento de que las personas también tienen derecho a trabajar, vivir con seguridad y acceder a un futuro digno. Al alinear el liderazgo empresarial con los objetivos de desarrollo a largo plazo y con los valores democráticos, el sector privado puede convertirse en un socio estratégico para construir paz y prosperidad compartida en las Américas.
En esta agenda de modernización y cambio, la OEA no está sola. Y no podemos estar solos. Necesitamos el apoyo de los Estados Miembros para aumentar la eficiencia de las funciones políticas de la organización, necesitamos movilizar más recursos técnicos y financieros, y necesitamos alinear los mandatos con nuestros socios interamericanos. Construir resiliencia en las Américas requiere determinación colectiva y acción coordinada. Por eso estamos relanzando alianzas estratégicas y el diálogo institucional en todo el sistema interamericano ampliado, incluyendo los bancos regionales de desarrollo, los observadores permanentes, el sector privado y la sociedad civil.
La visión a la que aspiramos es una de ambición, de renovación y de resultados. Esa visión se refleja en las acciones que ya estamos tomando para modernizar la OEA, fortalecer la coordinación interna, profundizar las alianzas estratégicas y garantizar una mayor sostenibilidad financiera. Son pasos esenciales para crear una Organización más eficaz, creíble y con mayor capacidad de respuesta.
Hago un llamado a todos los Estados Miembros a apoyar plenamente la agenda de modernización y cambio, y a asumir un papel activo en la construcción del futuro de esta Organización. Somos una comunidad con un futuro compartido y una responsabilidad compartida para darle forma. Nuestros ciudadanos cuentan con nosotros para liderar con convicción y con resultados.